Las colecciones generalistas tienen la virtud de poder acceder a historias transversales que de otra forma son difíciles de contar, a no ser mediante la exposición temporal y el préstamo de varias piezas de diferentes procedencias.
Este es el caso de las diversas
colecciones que posee la Fundación Carlos Ballesta y que permite hacer un
recorrido a través de sus obras, tales como los retratos reales, la imagen de
las ciudades que fueron clave en la Guerra de Granada (1482-1492), los ritos
funerarios, la fábula zoomorfa y antropomorfa de los marginalia o la
emblemática registrada en diferentes materiales y épocas.
En este caso, hemos escogido para
presentar la comparación de cuatro retratos del Emperador Carlos V que se
conservan en la colección y que van desde la pintura a la numismática, pasando
por el documento oficial que guarda su memoria, no ya como firmante del mismo,
sino con su propia efigie.
Detalle del retrato existente en la Fundación Carlos Ballesta López |
Obviamente, la pieza más importante es el retrato de cuerpo entero del Emperador que se exhibe en la sala de la Universidad de la Fundación, prácticamente a tamaño natural, vestido con armadura completa, cetro o bastón de mando en la mano derecha, espada al cinto, el collar del toison de oro, emblema medieval de la casa de Borgoña, y la celada empenachada, depositada en una mesa a su izquierda (derecha del espectador). El detalle más interesante, con independencia de las calzas, es que a diferencia del retrato conservado en el Museo del Prado, de Juan Pantoja de la Cruz, que copió el original desaparecido de Tiziano, el de la fundación porta la banda carmesí de los generales, tal y como Tiziano lo representó en el famoso retrato ecuestre de Carlos V vencedor en la batalla de Mühlberg.
Juan Pantoja de la Cruz. Retrato de Carlos V, copia de Tiziano. Museo del Prado |
El retrato de la Fundación está bien compuesto, aunque un poco débil de dibujo en lo accesorio, pero la cabeza es de muy buena factura y fiel al modelo de Pantoja, solo que algo más avejentado, con el pelo cano. De hecho, la técnica con que se tratan los párpados está muy cercana a la de Pantoja. En la colección de arte de la editorial La Estrella, dirigida por Gregorio Martínez Sierra, se publicó en 1923 un monográfico sobre Pantoja de la Cruz, y la primera fotografía reproducida es un retrato muy similar al de la colección granadina, que estaba en ese momento en la colección del Marqués de Santillana –ignoramos dónde se encuentra actualmente–. Hay detalles que los hacen diferentes uno del otro, pero lo que sí es seguro es que el conservado en la Fundación sigue la estela de Pantoja y que la efigie del emperador se replicó en muchas ocasiones para las más altas casas aristocráticas, como ocurrió con el ya mencionado de Santillana o el retrato a caballo de la Casa de Medinaceli. A falta de un estudio pormenorizado, podríamos encajar este retrato como una copia de la órbita de algún seguidor de este pintor y con el destino de presidir el ámbito de representación de alguna antigua casa nobiliaria del siglo XVII.
Retrato publicado en 1923 procedente de la colección del Marqués de Santillana |
El siguiente retrato imperial del que nos vamos a ocupar es una pieza numismática de gran belleza y excelente cuño. Se trata de un jetón acuñado en los países bajos en 1555, conmemorando la abdicación del Emperador en Fernando y Felipe II. Es una pieza rara, de apenas 3 cm. de diámetro, en el que aparece la efigie del Emperador coronado de laureles y el escudo imperial con el águila bicéfala. En la cara, la leyenda dice “REDDE RATIONEM VIILICATIONES TUE” frase extraída de “El cortesano” de Baltasar Castiglione que toma su inspiración de San Lucas 16,2: “Da cuenta de tu administración, porque ya no podrás seguir de mayordomo”, y es relativa al rendimiento de cuentas del administrador ya que “la potestad humana, en efecto, siempre es delegada, su origen es superior al que la detenta; no es sino temporal y conferida por otro, es sólo administración o gerencia. El mal uso de la misma constituye un abuso de la potestad recibida. Dios pedirá cuenta de la buena o mala administración de estos bienes”. (E. PODESTÁ, GUSTAVO. Avaricia, propiedad y bienes superfluos. 1975).
Realmente es oportuna dicha leyenda, cuando en la fecha de
1555 se está realizando el reparto de territorios entre su hermano Fernando y
su hijo Felipe. Al primero el Imperio y al segundo el resto de territorios,
incluyendo los italianos y de ultramar.
Cara del Jetón de 1555 que se custodia en la Fundación. |
Los otros dos retratos del emperador conservados en la Fundación aparecen en una ejecutoria de hidalguía otorgada por Carlos V en Valladolid, en 1547. En dicho documento, uno de los más espectaculares del archivo, en la cabecera de la orla de una de las páginas originales en pergamino, aparece el retrato de Carlos V y su madre la reina Juana I de Castilla. Es un retrato, podríamos decir ingenuo, y probablemente realizado bastante tiempo después de haber sido dada la carta ejecutoria, probablemente en el siglo XVIII, pues en la misma encuadernación se encartan, ya sobre papel, otras provisiones sobre el linaje en esas fechas. Concretamente, en la fechada en 1756, es en la que aparece a toda página una ilustración realizada a tinta que se intitula “Dn Carlos V. Emperador i Dª Juana su Madre. Mº Aº de 1555 (murió año de 1555). En esta ilustración se aprecia un retrato imaginario de Carlos V, vestido a la moda borbónica del siglo XVIII que, en pie, se sitúa frente a la imagen de una Matrona clásica que personifica a la reina Juana como reina de Castilla, como indica el escudo en que se apoya su pie izquierdo.
Detalle de la miniatura de la orla de la Ejecutoria. |
Dibujo a tinta a toda página de la provisión de 1756. |
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